Desde hace un par de semanas he venido comentando distintos indicadores que ratifican que la economía nacional está en un mejor pie que lo que había venido mostrando en años anteriores. Esto, porque el proceso económico no se mueve sólo con factores objetivos como la inversión, la importación de bienes de capital, la inflación dentro de un rango de control o la generación de empleos. También depende de factores subjetivos, donde la percepción de que las cosas marchan bien y que existen las condiciones para crecer, generan las confianzas que los mercados requieren para apostar por el crecimiento.

 

Lo anterior reafirma la necesidad de resaltar los aspectos positivos que hemos venido observando. Por una parte, estamos en presencia de una economía que está generando empleos a un nivel relevante y que ha permitido absorber el crecimiento de la fuerza laboral en niveles pocas veces visto. Este crecimiento se explica por personas que están dejando empleos informales y, por otra, por la incorporación de alrededor de quinientos mil inmigrantes que buscan trabajo. Esto explica que la cifra de desempleo haya bajado menos de lo que se podría desear, pero que ha sido capaz de absorber esta mayor demanda de empleo.

 

Del mismo modo, la inflación se ha mantenido en los niveles definidos y, por otro lado, se observa una gran estabilidad en las tasas de interés vigentes, generando condiciones óptimas para atraer inversión extranjera y reactivando los proyectos de inversión que habían estado detenidos a la espera de mejores condiciones.

 

Todas estas variables han permitido la reactivación del crecimiento económico y que cerró el 2018 con un 4%, pese a que la mayoría de los analistas proyectaban que estaría en torno al 3,5%. Esto ha sido impulsado por distintos sectores, pero lo más destacable es el crecimiento de un 6% de la producción de cobre en Chile, alcanzando un record histórico de producción y que de paso permitió recuperar el liderazgo que se había perdido a nivel mundial.

 

En definitiva, estamos convencidos que vamos por buen camino. No se puede pensar en mayores niveles de desarrollo sin crecimiento, tarea en la que todos los actores económicos deben aportar lo suyo para consolidar este proceso.

 

Pero no debemos olvidar nunca que nuestro país requiere que este desarrollo llegue a todos sus habitantes y se traduzca en mejores condiciones de vida para las personas. Para lograrlo, se necesita de la contribución de todos los actores, situando el interés general por sobre consideraciones políticas puntuales, de tal forma de generar las bases que permitan construir grandes acuerdos nacionales que logren conciliar las expectativas, por una parte, con las condiciones para que el país siga generando riqueza que pueda ser distribuida y que mejore las condiciones de vida de los chilenos.

 

Alex Acosta M.

Presidente Ejecutivo Schwager Service S.A.