Cuesta creer la poca generosidad que podemos ver en nuestro país. Se ha hecho común apreciar como, en distintas facetas de nuestra vida diaria, prevalecen el egoísmo y los intereses particulares, por sobre el beneficio mutuo y el bienestar general de un grupo.

 

Hay una situación peor. Esta actitud genera conductas que son más egoístas aún y no generan nada beneficioso para el interés colectivo de las personas, instalándose una gran habilidad para ver las diferencias y lo que se puede considerar errado de la otra parte, pero sin ninguna capacidad de valorar lo bueno o, simplemente, centrar una conversación en lo que puede ser verdaderamente importantes.

 

Esto se traduce en que, día a día, escuchamos descalificaciones y agresiones y se impone el silencio respecto a las cosas importantes o realmente de fondo.

 

Cada vez más se hace evidente que lo que hasta hoy se definía y conocíamos como política ha desaparecido. No existen construcciones en torno a ideas o propuestas de solución a los temas de fondo y realmente importantes, imponiéndose las respuestas a problemas puntuales sobre aquello que puede hacer evidente las diferencias entre uno u otro sector.

 

Debemos entender que nuestro país requiere de visión de futuro. Nos exige que se instalen los estadistas y se deje de lado a los “cosistas” y a no seguir en la permanente descalificación y nos obliga a aprender que si eso no sirvió en el pasado tampoco sirve hoy.

 

El crecimiento de nuestro país requiere desarrollarse desde lo económico y también desde lo social y lo político. Debemos aceptar nuestras legítimas diferencias, pero siempre recordando que los problemas que debemos abordar son los mismos para todos.

 

Debemos construir acuerdos nacionales en torno a estos grandes temas y que nos permitan avanzar hacia el desarrollo del país. Focalicemos todos los esfuerzos en ellos y no en esas diferencias puntuales.

 

En definitiva, lo que se debe exigir a la clase política es consistencia. Que haga de la práctica un hecho concreto y asuma el liderazgo que le corresponde. Que transforme aquello que señala proteger en valores defendibles en cualquier lugar y circunstancia y no sólo en aquellos que le pueden otorgar una victoria puntual y mezquina.

 

Hacer política, hacer empresa, hacer gobierno, hacer familia o cualquier otra cosa que podamos construir, tiene grandes similitudes. Están basadas en algo fundamental; el amor. Avancemos en hacer las cosas de una nueva manera, valorando y no descalificando, sumando y no restando, aportando y no sólo criticando sentados en un altar.

Alex Acosta M.

Presidente Ejecutivo Schwager Service S.A.