La seguridad no es sólo conducta en el trabajo. La seguridad es una actitud de vida, llena de decisiones cotidianas. Estemos donde estemos, nos pasamos el día entero tomando decisiones sobre qué deseamos hacer y qué acciones debemos realizar para poder lograrlo.
Por ejemplo, si decidimos que hoy vamos a salir a caminar junto a los hijos para ir a un parque, al momento de realizarlo decidimos qué camino tomar. Cuando ya partimos, al llegar a la esquina tenemos la opción de atravesar con la luz peatonal en verde o, simplemente, si no hay automóviles a la vista, cruzar cuando esa luz está en rojo. Esto, a pesar de que sólo ahorraremos unos segundos de tiempo que son insignificantes, comparados con el gran propósito que es disfrutar de una tarde con los hijos en un parque.
Pues bien, son cientos las decisiones sobre nuestras acciones y conductas que vamos tomando día a día. Lo importante aquí es tener claridad que esas decisiones, que son racionales, no las debemos adoptar de manera inconsciente y sin asumir las potenciales consecuencias que ellas tengan.
Cuando estamos en el trabajo sucede lo mismo y dependerá de cada una de las decisiones que adoptemos el completar una jornada segura y sin accidentes. Entender que al final de cada jornada la diferencia estará en cómo cada uno de nosotros decidió hacer frente al desarrollo de una tarea. Que la diferencia radicará en si se decidió realizarla respetando los procedimientos que existen o usando los elementos de protección personal de la manera correcta y establecida, o si simplemente resultó más sencillo pensar que no pasaría nada por hacerlo a la rápida.
La clave es tomar conciencia de las implicancias de nuestras decisiones y no dejar que la rutina se transforme en nuestro peor enemigo y que nos lleva a tomar decisiones inconscientes y sin pensar adecuadamente. Es ahí donde perdemos el objetivo que buscamos, donde nos olvidamos del verdadero propósito y la seguridad se diluye.
He ahí la importancia de la planificación de la tarea. La planeación implica saber identificar adecuadamente los riesgos de la tarea que se va a realizar y reconocer adecuadamente las acciones que son necesarias para realizarla de manera segura para uno y los que nos acompañan.
La planificación constituye un método racional para el cumplimiento de objetivos que nos hemos establecido. Por eso es tan importante el análisis previo, lo que conocemos como ART, un instrumento que nos permite descubrir, con claridad, todos los elementos y variables involucrados en una tarea.
Y tal como en la vida cotidiana, donde en todo momento estamos tomando decisiones, en nuestro trabajo los cursos de acción a seguir deben ser bien definidos, reduciendo en lo posible la aparición de elementos imprevistos y siempre haciendo énfasis en seguir al “pie de la letra” lo que decidimos, en la elaboración de nuestro plan de acción.
Alex Acosta M.