Hablar de economía se ha vuelto una costumbre. En un mundo complejo, con tantos temas y con tanta información, se torna valioso que el ámbito económico tenga el espacio que merece. Todos opinan, muchos repiten, unos cuantos se hacen parte de juicios de otros, muchas veces lo hacen con conocimiento y otras tantas, dejando mucho que desear.

Nuestra vida avanza rápidamente y los cambios son inmensos (muchos de ellos urgentes) y cada vez más acelerados. De hecho, en estos días la palabra cambio se usa de manera habitual. Siempre se ha planteado la necesidad de cambiar el mundo para las futuras generaciones, pero hoy se incorporó de manera acertada la aseveración que estos cambios son para la sobrevivencia actual del planeta. Que tremendo es lo que nos pasa. La humanidad ha sido capaz de construir un mundo maravilloso y espectacular en muchos aspectos y, simultáneamente, lo estamos destruyendo.

Con la economía pasa lo mismo. Esta importante y contribuyente ciencia social, que estudia la forma de administrar los recursos disponibles para atender las necesidades del ser humano, a veces es manoseada por algunos que creen entenderla, adoptando decisiones trascendentes que impactan en nuestras vidas.

En este contexto, el mundo nuevamente se complicó. La demostración de esto es la brutal guerra entre Estados Unidos y China. Sí, la llamo guerra. Le dicen comercial, pero es una guerra de verdad. Y no sabemos cómo terminará… Bueno, así son todas las guerras.

Ambas economías se ven afectadas y su principal preocupación es la primacía mundial. Las dos potencias muestran las primeras evidencias de desgaste y eso que esto recién comienza. Estados Unidos, por una parte, mostró esta semana una menor actividad económica a la planificada y China por su parte, ya hace tiempo está cambiando a la baja su espectacular ritmo de crecimiento.

Por nuestro lado, la economía en Chile tiene que lograr navegar en estas severas turbulencias, por lo que debemos ser capaces de mejorar nuestra discusión y medir con precisión los impactos económicos de cada decisión.

En su rol, la ciencia económica nos debe aportar e instruir sobre las implicancias de cada debate que se plantea. Por ejemplo, debemos escucharla ante algunos planteamientos mediocres sobre la jornada laboral, o en la politización que desinforma y hace liviana la discusión sobre las pensiones. Finalmente, esta ciencia, nos ayuda a entender mejor, en el contexto actual, como debemos leer el crecimiento y el comportamiento de nuestra economía. 

Producto de lo anterior los invito a ver las cosas en serio. A permitir que los especialistas económicos -entre otros- aporten con su opinión y luego encaminar nuestras decisiones por la vía que conduzca al buen futuro de nuestro pequeño país… Hacia una nación con mayor bienestar y oportunidades para todos.

Alex Acosta M.

Presidente Ejecutivo

Schwager Service S.A.