Durante las últimas semanas se ha instalado en Chile el análisis sobre cuál debe ser la extensión de la jornada de trabajo. El proyecto de ley sobre flexibilidad laboral patrocinado por el ejecutivo puso el debate sobre la mesa, el cual fue complementado por el planteamiento de la oposición sobre la necesidad de reducir las horas semanales que se deben trabajar.

Es totalmente válido debatir sobre la cantidad máxima de horas de trabajo que debe contemplar la legislación. El disponer de tiempo libre y mejorar la calidad de vida es una aspiración legítima y de toda justicia, sobre todo si se considera que en tiempos de hoy la tecnología y la era digital lo facilitan.

Sin embargo, la experiencia de otros países es contradictoria en esta materia. En efecto, no existe evidencia categórica que permita hacer una correlación directa entre jornadas más cortas y aumento de la productividad o de la calidad de vida de los trabajadores. Por esta razón, la discusión sobre este tema debe ser informada y entregando argumentos contundentes que permitan tomar una decisión adecuada.

Por ejemplo, en la OCDE, una buena cantidad de países mantienen jornadas de cuarenta horas laborales. Sin embargo, hay estudios que revelan que no ha aumentado la productividad ni ha disminuido el stress laboral. Por su parte, existen otras potencias económicas, como Alemania e Inglaterra que mantienen jornadas similares a las chilenas y los niveles de productividad y de calidad de vida son mayores al resto.

Es por estas razones, que es imperioso definir con claridad los objetivos que se buscan y los efectos en la economía, el empleo, las empresas y las personas que puede tener un cambio de esta envergadura. En esta orientación, el mejorar y aumentar la productividad es fundamental, lo que conlleva un cambio cultural en nuestro país. 

Entonces, de acuerdo a la experiencia internacional, me atrevo a afirmar que un cambio de esta magnitud requiere de gradualidad y de la combinación de factores que contribuyan al objetivo. El caso de Suecia es muy decidor en esta postura. El armonizar flexibilidad laboral y trabajo remoto con uso de tecnologías, con la implementación de jornadas más reducidas se tradujo en una mejoría importante en la calidad de vida de los trabajadores (disminuyeron las licencias por ejemplo y de manera muy significativa las por stress laboral) y aumentó de manera importante la productividad de las empresas y la economía, sin afectar los niveles de desempleo.

 Entonces el debate y sobre todo los argumentos en una u otra orientación son fundamentales y de toda necesidad. No obstante, resulta muy difícil avanzar en las mejoras que requiere el país si cada semana agregamos más temas al debate nacional. También debemos abocarnos y poner la misma energía a resolver bien los pendientes.

Alex acosta M.

Presidente Ejecutivo Schwager Service S.A.