Pareciera que el desarrollo que ha experimentado nuestro país en las últimas décadas no sólo se ha traducido en mejoras en la calidad de vida de las personas. Esta la podemos ver en cosas cotidianas como en el acceso al agua potable que hoy es cercano al 100% en Chile; o que la mayoría de los caminos secundarios y rurales hoy están pavimentados; o que la cobertura educacional en sus distintos niveles alcanza a la mayoría del país; o en el aumento en el acceso a la vivienda propia de una gran cantidad de familias chilenas.
Pero si escarbamos un poco, podremos encontrar otras evidencias que no son tan evidentes a nuestros ojos. Es el caso de la seguridad laboral, por ejemplo, que, desde la creación de las mutualidades, las tasas de accidentabilidad laboral han bajado en forma dramática, pero por sobre todo en los últimos veinte años. Hoy en seguridad laboral nuestro país puede mostrar cifras que son muy parecidas a las de los países desarrollados, como resultado de un trabajo de años y que ha ido permeando en áreas más allá de los distintos sectores industriales.
Por ejemplo, hace no tantos años nuestros niños iban sentados en los autos sin elementos de seguridad o incluso sin utilizar un cinturón. De la misma forma, cuando íbamos a un cine las salidas de emergencia no estaban señalizadas y jamás pensamos que, previo a la función, nos mostrarían un video que nos enseñara sobre las medidas de seguridad existentes en la sala.
Hoy cuando vamos por las calles podemos ver muchas personas desplazándose en bicicletas u otros medios alternativos de movilidad y podemos ver que usan cascos y otros elementos que hace unos años ni si quiera nos preocupábamos de usar. O incluso, cuando los niños andan en sus bicicletas, scooters o patines también lo hacen usando cascos, rodilleras y hasta coderas.
Todo esto nos está hablando que se ha ido instalando una cultura de la seguridad en nuestra sociedad que va más allá de las áreas laborales.
La conciencia sobre la seguridad hoy es un tema que está presente en todos los ámbitos de nuestras vidas, que se internaliza desde pequeños y que nos ha llevado a que disminuyan los accidentes de todo tipo. Y, mejor aún, a que las consecuencias de los accidentes que se producen son menores gracias a las medidas de seguridad que hemos implementado.
Una cultura de la seguridad hace una gran diferencia. Debemos internalizar que toda actividad que desarrollamos al trabajar, al desplazarnos, al congregarnos o, simplemente cuando estamos en nuestros hogares, conlleva un riesgo. Y por tanto requiere de nuestra atención permanente para mitigar sus posibles efectos.
Entonces, debemos seguir trabajando en fortalecer nuestra cultura de la seguridad. En tener una actitud proactiva hacia las condiciones de riesgo en todo momento y complementarla con conductas seguras en todo lo que realizamos.
Alex Acosta M.
Presidente Ejecutivo
Schwager Service S.A.