El proyecto de reconstrucción de la antigua ruta de la seda y la creación de una ruta marítima paralela, es el gran proyecto político y económico de XI Jinping, el líder de la República Popular China que ha conducido la gran transformación del gigante asiático y que está decidido en transformar a China en la primera potencia económica mundial.
El proyecto afecta a 60 países y representa el 75% de las reservas energéticas conocidas en el mundo, el 70% de la población del planeta y generaría el 55% del PIB mundial; para lo cual se tiene previsto invertir unos 1,4 billones de dólares. Como se aprecia, se trata de un proyecto gigantesco y que podría transformar definitivamente la fisonomía política y económica del mundo.
Es en este proyecto donde encontramos la explicación de fondo y real de la guerra comercial que están librando Estados Unidos y China desde hace más de un año y que en las últimas semanas ha vivido un recrudecimiento que mantiene la incertidumbre de la economía del planeta.
Según algunos expertos, se trata de un nuevo tipo de guerra fría. No es sólo una guerra comercial, ya que sus efectos se aprecian en todos los ámbitos. En definitiva, este nuevo tipo de enfrentamiento de la modernidad en ningún caso busca una balanza comercial equilibrada entre dos superpotencias, sino que una nueva forma de dominio, de conseguir el protagonismo económico (y por ende político) sobre el otro.
Esto sin duda no es una buena noticia para nadie. Con una Europa envejecida y sin posibilidad de jugar el rol de equilibrio que jugó en el mundo post segunda guerra mundial, los efectos que puede tener esta confrontación pueden perjudicar a todo el planeta.
Como podemos ver, se trata de un conflicto enorme, de largo aliento y muy difícil manejo, ya que involucra una multiplicidad de variables y que afecta los intereses de muchas potencias. No se trata sólo de un conflicto comercial y verlo de esa forma es un error de grandes proporciones.
En América Latina conocemos bien el peso que tiene Estados Unidos y su capacidad de influir en los mercados y los procesos políticos. Lo que debemos saber leer ahora, entonces, es que el proyecto de China pretende cambiar la estructura económica mundial y lo situaría como la potencia económica por excelencia
Por eso, Chile debe analizar con detenimiento esta situación y revisar su estrategia comercial. Ya no basta con los acuerdos comerciales y la apertura de nuestra economía. De lo que se trata ahora es de enfrentar unidos y con una estrategia consensuada que permita posicionarse para jugar un rol en la nueva estructura mundial que resultará de toda esta “locura».
Alex Acosta M.
Presidente ejecutivo
Schwager Service S.A.