Estamos en un momento decisivo en nuestro país. Un instante que nos exige un esfuerzo como nación para escucharnos y ponernos de acuerdo. Sin embargo, las últimas semanas han demostrado que esto no es una tarea fácil y que podría ser necesario clarificar algunos elementos para lograr avanzar en este propósito.

Cuando existen tantas diferencias, se debe ejercitar la escucha para poder relevar las distintas miradas, los puntos de vista y apreciaciones y poder alcanzar una mirada común sobre lo que estamos viviendo. El lograr acuerdos requiere, también, definir el país que deseamos construir para así acordar las acciones necesarias para alcanzar ese ideal.

Hablar de definiciones es, por ejemplo, acordar que aspiramos a un Chile que potencie su camino al desarrollo con el debido crecimiento. Pero también definir que el desarrollo no puede ser sólo crecimiento, que requiere un manejo eficiente del Estado y de una adecuada distribución que contribuya a las debilidades y los déficits sociales que existen.

Pero, ya dijimos que no basta con las definiciones, se hace necesario adquirir compromisos en torno a las acciones.

Hacer esto no es fácil. Por eso toda acción que vaya en contra de este diálogo y de escucharnos como nación debe ser condenado. Es por eso que es tan necesario que los líderes y los ciudadanos comunes y corrientes, condenen la violencia sin titubeos. Y que es necesario también que entiendan que las legítimas miradas y opiniones son expresiones contribuyentes al país que queremos.

Como señaló Benito Juárez, el respeto al derecho ajeno es La Paz. No es válido seguir fragmentando la democracia y las instituciones. Sus representantes deben ser respetados, sin distinción, exigiéndoles que aseguren la institucionalidad, nadie esta sobre esto y quien así lo crea porque no le acomoda, nos es contribuyente a ningún proceso de futuro para nuestro país.

En definitiva, nuestros líderes deben aportar a las posiciones que sumen, abstenerse de las descalificaciones y rechazar a aquellos que denostan a los otros y a los que privilegian sus miradas e intereses particulares por sobre las de un colectivo.

En definitiva, debemos terminar con la lógica del desprestigio, rechazar a quienes tratan de obtener ventajas pequeñas. Nuestro país hoy necesita de grandezas y de entender que nadie es dueño de la verdad. Comprender que todas las posiciones y expresiones son legítimas y, sobre todo, aprender que la nación la conformamos todos.

Alex Acosta M.