En las últimas semanas las redes sociales han fomentado el denominado “kiki challenge”. Este “desafío” consiste en bajarse del vehículo en movimiento para bailar una canción mientras una cámara de video lo graba, para posteriormente subirlo a las redes sociales.

Se trata de cumplir con una moda que busca viralizar el baile y la persona que lo realiza y, así, contar con miles de usuarios que lo vean. Curiosa práctica que vemos cada vez con mayor frecuencia en nuestra sociedad, casi como una forma de entender que la validación de las personas pasa por su popularidad en el mundo virtual.

Este reto ha sido realizado por personas comunes, por figuras del espectáculo e incluso por autoridades. Y como era de esperar ha llegado incluso a las faenas, lo que tuvo como consecuencia el despido de tres trabajadores de una compañía minera chilena.

A primera vista parece un desafío divertido, pero ha terminado con varias personas lesionadas, sufriendo caídas en plena calle o siendo atropelladas por otros vehículos; todas con consecuencias de distinta gravedad.

La presión o simplemente la validación social, el pertenecer o ser legitimado por un grupo o simplemente minimizar las consecuencias de llevar a cabo una acción claramente insegura, lleva a las personas a asumir conductas y tomar decisiones, que pasan por alto algo tan fundamental como es la seguridad y el autocuidado.

Desde esa perspectiva, esto nos impone un desafío. Nuestras personas deben entender que en el trabajo son valoradas por lo que son y que nada justifica alguna acción que los pueda poner en riesgo.  Pero, por sobre todo, deben entender que la mayor validación se da por su capacidad de actuar en forma segura y validarse ante el resto por una conducta segura.

La experiencia demuestra que aquellas personas que son referentes para los otros son más imitadas. Aquellos que se ocupan de su seguridad y la de sus compañeros, finalmente son más respetados y validados en los espacios de trabajo.

De eso se trata el liderazgo efectivo y visible. El predicar con el ejemplo, el mantener una consistencia entre lo que se dice ser y la conducta segura que practica en cada una de sus tareas.

Entonces, debemos fortalecer el reconocimiento al interior de las faenas. Que nuestros trabajadores sientan que valen por el sólo hecho de ser personas. Y que manteniendo una conducta segura les permitirá transformarse en referentes de otros y ser reconocidos y seguidos por ello.

Alex Acosta M.

Presidente Ejecutivo Schwager Service S.A.