Pareciera que algunos olvidan que el ejercicio de la democracia no se realiza solamente al momento de las elecciones. En ese instante es el ciudadano el que concurre a las urnas a votar y hace práctica de su derecho democrático de elegir a sus representantes. Pero la democracia es un sistema permanente, el cual está conformado por distintas instituciones y que, en su trabajo conjunto, van construyendo la realidad normativa de un país; es decir, leyes que van determinando el camino por el que avanza la nación.

La democracia se construye cada día a través del diálogo y el debate. Crece sobre la base de distintas miradas y opiniones y que se supone representan lo que el ciudadano espera. Pero para que este diálogo se realice, se requiere de un espacio permanente donde las ideas se puedan expresar. Ese espacio, por naturaleza, es el parlamento, cuyos integrantes representan las distintas ideas existentes en la cultura nacional y cuya obligación, es trabajar de manera permanente para que estas distintas visiones queden plasmadas en las leyes de la nación y representen lo que espera la ciudadanía toda.

Es imposible pensar entonces que la democracia se pueda realizar de manera normal si existen sectores que se niegan a legislar. El parlamento existe para la discusión, es el espacio para el debate de ideas y que éstas sean capaces de mejorar los proyectos que se discuten en ese espacio. Cualquier cosa en contrario es obstruir el proceso democrático y no existen justificaciones para que algún sector se niegue a que esta discusión se desarrolle como es debido.

La ciudadanía se expresó a través del voto. Con la cultura presidencialista que tiene nuestro país, los votantes eligieron a un presidente que les parecía que representaba el mejor destino del país a través de sus propuestas programáticas. Y es la figura presidencial la que tiene la potestad legislativa, por lo que no puede ser pretexto una mayoría relativa para evitar la discusión de proyectos que son relevantes para Chile.

La obligación y la responsabilidad democrática es legislar y, en las distintas etapas legislativas, exponer las ideas y modificar aquellos aspectos que se pueden mejorar de las propuestas presidenciales. Lo contrario está al límite de lo antidemocrático, porque sólo visiones totalitarias podrían hacer pensar que los proyectos de ley sean aquellos que sólo interesan a un sector.

 

Alex Acosta M.

Presidente Ejecutivo

Schwager Service S.A.